16.5.06

EL ENGAÑO DE LAS APARIENCIAS

Afiche de homenaje a Dashiell Hammett, considerado el maestro, el que rompió los moldes y abrió nuevos caminos.
Recién a las cuatro menos veinte llegó Sam Spade a su departamento. Quince minutos para llegar, casi una hora para volver. ¿Explicación? Que había estado paseando (¡sic!) fue la que le dio a los de Investigaciones en ese amanecer, ya que sobre él comenzaron a caer inmediatamente las sospechas del doble asesinato.

Pero no fueron los únicos en acunar tamaña posibilidad. Iva Archer, la flamante viuda, se lo dice directamente a la otra mañana, en un apasionado tête a tête cuando va a verlo a la oficina que todavía, de alguna manera, sigue siendo de Miles y Sam. Incluso llega a dar el móvil: para casarse con ella, ya que viven un oculto y ardiente romance adúltero, aunque acá habría que preguntarse hasta dónde oculto: “A la larga todo se sabe”, mantendrá como una de sus grandes máximas operativas, durante su carrera, Lew Archer...

La secretaria de Sam discrepa: cree, por la actitud sospechosa de la que fue testigo, que la autora ha sido Iva. Móvil: el mismo, pero al revés. O sea, limpiar el camino para casarse con Sam, el asediado seductor.

Quitada de encima la viuda con vagas promesas de que la visitaría a la brevedad, como única y total respuesta a los acontecimientos, el inescrupuloso detective privado le ordena a la empleada que retire de la puerta de entrada el cartelito que dice Archer y Spade y que lo reemplace por otro, mucho más escueto y adecuado a la realidad, que diga Sam Spade solamente.