16.5.06

LA CABRA Y EL MONTE

A pesar de que llegó sin mayores tropiezos al grado de sargento detective, su trayectoria institucional duró apenas cinco años. En 1940 lo echaron. El arguye que fue por motivos políticos. No ha podido con su genio: metió la nariz en un caso sucio donde el principal responsable era un “honorable ciudadano” y no escuchó las advertencias. Al influyente, por cierto, lo puso de patitas en el estrado judicial, pero no lo es menos que a él lo pusieron en la calle, a contemplar el tránsito sin fueros.

Lejos de amilanarse, sintiéndose íntimamente policía por encima de cualquier contingencia, alza sus pocas pertenencias –la maleta emitiendo “olor a tabaco, aire de mar, sudor y ese aroma indescriptible de la soledad masculina”, como dirá el mismo, un peculiar perfume que continuará rodeándolo como un halo personal – y se instala en Los Angeles como detective privado. Van a ser casi diez años, con el intervalo de la guerra, realizando trabajos sórdidos, mal pagos y que no otorgan prestigio: seguimientos para divorcios, investigación de siniestros para defender los intereses de compañías aseguradoras. y demás.

En 1944 es enrolado por el Ejército para ir a la guerra. Lo va hacer hasta 1946 en su Servicio de Inteligencia, donde acaba con las jinetas de oficial. Participa en combates del Pacífico Sur y en la gran batalla de Okinawa, a principios del 45, donde como oficial de Comunicaciones de un buque escolta de la Armada también toma parte un profesor universitario de inglés e historia, con un doctorado en literatura inglesa, nacido en Los Gatos, cerca de San Francisco, en diciembre de 1915, pero educacionalmente formado en el Canadá de sus padres, un incipiente escritor que acaba de publicar su primera novela, llamado Kenneth Millar, quien después se va a hacer famoso con el seudónimo de Ross Macdonald.

La firma de la paz sorprende a Archer a orillas del Rin, a cargo de la captura de jóvenes soldados alemanes desbandados. Su jefe de servicio, con el grado de coronel, ha sido un joven abogado llamado Peter Colton, profesional muy vinculado con los más altos escaños sociales de Los Angeles. El va a ser el nexo directo que, tiempo después, ligará a Lew Archer con los casos más sonados, ya se trate de familias con alcurnia que ante la pérdida de poder social y otros descensos vuelven peligrosamente la mirada hacia viejas cuentas impagas o de noveax riches que al estar embriagados por la falta de costumbre en el manejo del chiche nuevo, pierden el rastro de sus orígenes y naufragan en ese verde mal del dinero.